Desaparición de subsecretarias ¿ahorro o retroceso?
Por: Gustavo Merino Juárez
* Especialista en desarrollo y política pública.
Profesor de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública
del Tecnológico de Monterrey.
@GustavoMerinoJ
El Presidente anunció en abril que enviaría una iniciativa de modificación al presupuesto ante la pandemia que incluía la eliminación de 10 subsecretarias y, a finales de agosto, se hizo público cuales serían. No es raro que ocasionalmente se transformen, eliminen o se establezcan nuevas áreas de gobierno, obedeciendo a cambios en las funciones de las dependencias o en las condiciones sociales y económicas atendidas, así como a modificaciones legislativas o por restricciones presupuestales. Para evaluar si los cambios tienen sentido, se precisa conocer su motivación y analizar si la nueva estructura permite conducir de manera más efectiva y eficiente las funciones y objetivos de las dependencias en beneficio de la ciudadanía.
La eliminación de las subsecretarias se planteó originalmente como medida de austeridad ante la crisis económica. Fracasa en este propósito ya que lo único que desapareció es el cargo de Subsecretario, por lo que el ahorro es mínimo. La estructura y puestos de las subsecretarías eliminadas permanecen con el mismo nivel, aunque se redistribuyan hacia otras áreas. Pero aún si hubiera ahorro, eso no justificaría por si solo la desaparición de subsecretarías partiendo de que sus funciones son relevantes y deben llevarse a cabo, cosa que no se ha cuestionado. No se ha ofrecido una explicación sobre los motivos para la eliminación de subsecretarías y de esas 10 en particular. Cuando más, nos indican que las funciones serían absorbidas por otras áreas, algo obvio ya que las funciones no desaparecieron.
Cabe entonces preguntar si podría tener sentido esta reorganización. A falta de más información, hay motivos para dudarlo.
Un principio básico de administración es evitar sobrecargar las áreas mayores con demasiadas funciones o “tramos de control”, ya que puede llevar a que no se le preste la atención debida a todas. Por otra parte, hay razones para para mantener áreas separadas por la naturaleza de sus funciones, en cuyo caso fusionar áreas puede no ser la mejor idea. Sorprende por ejemplo la eliminación de subsecretarías encargadas de planeación, análisis e información, cuyas funciones serán absorbidas por áreas operativas. Por ejemplo, la Subsecretaría de Planeación y Política Turística lleva la planeación estratégica y vinculación con otras dependencias cuya actividad incide mucho sobre los resultados en materia turística. Son temas cruciales para un Secretaría con poco presupuesto (quitando lo del Tren Maya). Dicha Subsecretaría, como otras similares en otras dependencias, también es responsable de la información y estadística relevante, pero sabemos que contar con datos e información fidedigna parece no ser prioridad actualmente. Igualmente sorprende la eliminación de la subsecretaria relevante en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), cuando enfrentamos una crisis de seguridad pública y se requiere reforzar la planeación estratégica y la información.
Por otra parte, llama mucho la atención que desparezcan tres subsecretarías poderosas y particularmente importantes en todo momento y más en la coyuntura actual. Es el caso de la Subsecretaría de América del Norte, responsable de la relación con Estados Unidos y Canadá, por mucho, la más importante que tenemos en materia de política exterior. El 80% de nuestras exportaciones van a estos países y de allá viene gran parte de la inversión extranjero y de los turistas que visitan México. Nuestra relación con ellos es multifacética y cubre casi todos los temas del quehacer público además de lo económico. Caso similar el de la Subsecretaria de Gobierno, responsable de la relación con los poderes de la unión, sociedad civil, entidades federativas y otros. Lo mismo ocurre con la Subsecretaría de Ingresos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). La debilidad fiscal de México es enorme y se requiere avanzar en la construir un mejor sistema impositivo. Cierto, existe el Servicio de Administración Tributaria (SAT), pero esa es la agencia operativa y no debería encargarse de las decisiones estratégicas que corresponden a la SHCP. Ni que decir de la Subsecretaría de Integración y Desarrollo del Sector Salud en tiempos de una pandemia.
La eliminación de la Subsecretaría de Comunicaciones y Desarrollo Tecnológico refleja quizá la falta de preocupación de esta administración por insertarnos en una senda de crecimiento y desarrollo moderno, resaltando en vez de ello prejuicios y una visión hacia el pasado. Esta subsecretaría era responsable de impulsar el despliegue de la infraestructura de telecomunicaciones y promover la cobertura y acceso social a internet y la transformación digital de personas e instituciones. Entre las múltiples lecciones de la pandemia está precisamente la necesidad de ampliar el acceso para todos a herramientas tecnológicas e infraestructura que permitan trabajar y estudiar a distancia.
No queda espacio para hablar de todas las subsecretarías que desaparecen. El tiempo dirá si los resultados gubernamentales mejoran con esta medida, pero no parece que vaya a ser el caso.